Tríptico de La Adoración de los Reyes Magos / La misa de San Gregorio (cerrado), El Bosco
Nos encontramos ante un tríptico considerado autógrafo de forma unánime por los expertos en la obra del artista, con un estilo que recuerda a Rogier van der Weyden, Jan van Eyck o Maestro de Flémalle. Donde la crítica no coincide es en su fecha de ejecución, ya que los resultados del estudio dendrocronológico del soporte no fueron concluyentes.
En cuanto a su origen, fue descartado como el pintado para la catedral de ‘s-Hertogebbosh, ya que se cree que fue una pieza confiscada por el Duque de Alba en 1567 para Felipe II, al secretario del conde de Egmant en Bruselas, Jehan Kassembrood. Ya en España, el rey lo envía al Escorial en 1574. Es en 1839 cuando entra a formar parte del Museo del Prado, donde actualmente se expone al público.
Desde el punto de vista iconológico, el tema sobre el que trata es la llegada de la salvación al mundo, que el artista representa a través de dos iconografías distintas: La adoración de los Reyes Magos (abierto) y La misa de San Gregorio (cerrado).
La adoración de los Reyes Magos
Abierto el tríptico, se representa la adoración de los Reyes Magos en tres espacios correlativos. En el de la izquierda aparece San Pedro junto al donante arrodillado, quien se identifica con Peeter Scheyfve por el escudo familiar. Al fondo, se ve a San José secando al fuego los pañales del niño en un cobertizo. Y en la puerta de la derecha, aparece Santa Inés con la donante, Agneese de Gramme, segunda esposa de Peeter Scheyfve, identificada por la santa patrona y el escudo familiar.
En el centro aparece la escena principal del tríptico, la adoración de los Reyes Magos. Una escena de gran dulzura y sencillez, donde María mantiene en su regazo a Jesús a la llegada de los tres Reyes que vienen a adorarle. Tanto en los ropajes como en las ofrendas de los reyes, el artista hace alarde de su maestría para representar decoraciones exuberantes y con una simbología iconográfica compleja, que gira en torno al tema central que da sentido al tríptico; la salvación del mundo. De este modo, en los objetos que lleva consigo y en sus vestiduras, se representan escenas del Antiguo Testamento, como el sacrificio de Isaac, la reina de Saba entregando sus presentes a Salomón o Abner arrodillado ante el rey David, ofreciéndole la unión de las tribus del norte de Israel con el reino de Judá.
Pese a la ser una representación clásica de este tema, no faltan esos elementos insólitos tan recurrentes en la obra de el Bosco. A la entrada del pesebre vemos al Anticristo, representado por un personaje semidesnudo, con una llaga en la pierna, manto rojo y turbante. Encima de él, escondido, aparece un búho que acecha un ratón muerto. A su lado aparecen diferentes personajes de rasgos grotescos que acentúan su aura maligna.
El escenario, tampoco escapa de esa ambientación teatral y misteriosa. Tras la cabaña vemos un burdel que se identifica con una casa con un palomar en lo alto y con la enseña de un cisne. Dos ejércitos que cabalgan en dirección al otro, y que por sus tocados orientales pueden representar las huestes de Herodes en busca del Niño Jesús para matarlo. Y la ciudad de Belén al fondo, con edificios y torres de formas orientalizantes.
La misa de San Gregorio
La escena representa el milagro de la redención que presencia el Papa San Gregorio, acompañado de un clérigo durante la eucaristía. En el altar frente al que se arrodilla, aparece Cristo representado como Varón de Dolores sobre su sarcófago, rodeado de ángeles y diferentes episodios de la Pasión decorando parte de ese retablo. También aparecen dos figuras secundarias, identificadas con Jan y Claus Scheyfve, hijo y padre respectivamente del donante que aparece representado en el interior del tríptico.
Autor: El Bosco.
Fecha: Hacia 1494, Renacimiento. Devocional.
Técnica: Pintura al Óleo sobre madera de roble, 147,4 x 168,6 cm.
Localización: Museo del Prado, Madrid.