El Pífano, Manet
El Pífano es un joven que toca este instrumento vestido con el uniforme de la guardia imperial. Es el único protagonista de la escena ya que Manet, se centra únicamente en su figura, cuyo volumen recorta sobre un fondo indefinido sin ningún tipo de detalle. El contraste entre los tres colores principales, rojo, negro y blanco, dominan la impronta de la figura, expresada mediante contornos oscuros, una de las peculiaridades en la estilística del artista, con el gran grado de modernidad que sobresale en el contexto de la escena de género de su época. Las pinceladas, frescas y constructivas son un puro homenaje a Velázquez, uno de sus artistas de referencia, cuya obra había estudiado en un viaje a España pocos meses antes.
La crítica del momento reprochaba la falta de ubicación espacial de la figura, de ambientación y de perspectiva. Sólo un joven Émile Zola, defendería su obra en público, por ser análoga a su literatura. Y es que Manet y Zola compartieron una profunda amistad basada en el arte y la literatura. Zola, escritor y crítico de arte, admiraba el trabajo de Manet y lo defendió cuando las obras del pintor eran duramente criticadas por el público conservador. En 1866, Zola escribió un artículo elogiando a Manet como un innovador del arte moderno. Manet, agradecido, pintó un retrato de Zola en 1868, donde lo representó rodeado de libros y referencias a su propia obra, subrayando el respeto mutuo entre ellos. La relación simboliza la alianza entre la literatura y la pintura del siglo XIX.
Título: El Pífano.
Autor: Édouard Manet.
Fecha: 1866, Impresionismo. Pintura de Género.
Técnica: Pintura al Óleo sobre lienzo, 160×98 cm.
Localización: Museo d’Orsay. París.
Escrito por Inmaculada Peña
Artista Plástica, Licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla.